Hoy cumplí 15 dias sin cheve.
No es algo que me asuste, ni de lo que quiera hacer alarde (después de todo tomar cheve para los Gordotones es tan relevante como tomar refresco para la mayoría).
Pero el hecho de alejarme de ella me ha llevado a hacer algunas reflexiones que les comparto.
1. No la dejé porque quise. La dejé porque necesito bajar de peso (en serio) para mantener mi espalda en buen estado. Chale, hace 15 días mi espaldita me hizo un recordatorio de que no he cumplido con mi parte del compromiso de bajar de peso, y a pesar de que hoy ya no tengo molestias, creo que ahora sí vale la pena retomar el sendero del bien.
2. La cheve no genera adicción. Después de varios años de tomar una cheve por aquí y otra por allá, la pude dejar de golpe y sin problemas. Claro que al principio se antoja un poco, sobretodo en las reuniones con los amigos, pero en realidad nunca la he necesitado para pasarla bien, y eventualmente me acostumbraré de nuevo a no beber.
3. Las micheladas se extrañan. La cheve sabe feo (en realidad la tomaba por esa agradable sensación de embriaguez), siempre lo pensé cuando era más joven, y ahora lo sostengo, pero las micheladas... ah qué ricas son, sobretodo en el caluroso verano de nuestra tierra.
4. Todavía no tengo un sustituto. Me gustaría que alguien vendiera una bebida sin alcohol (y sobretodo sin calorías) con sabor a michelada. Eso sería perfecto para llenar mi Oktobertarro que me regalaron en Berlín y estar bebiendo algo con los amigos.
5. Creo que es para siempre. Sí, así como pasé mucho tiempo de mi vida sin beber, luego algunos años disfrutando de la cebada (ah, manjar de reyes), pues ahora me dedicaré a disfrutar al máximo esta nueva etapa sin cheve en mi vida. Si dura, pues bueno. Si no, pues también.
Y para despedirme de la cheve como ella merece, les comparto este video de la hijastra de la Tigresa de Oriente, Wendy Sulca.
P.D. Los peruanos tiene pedos.
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