viernes, 28 de marzo de 2014

La Senda. IV. Crítica de la razón pura.

Hay una sensación muy peculiar, la tienes cuando estás haciendo algo que te completa y satisface. Pero se vuelve esto un poco engañoso, creo que tiene que ver con averiguar que es lo que exactamente te da satisfacción de esa sensación, si de lo que se trata es tocar rock, la sensación puede ser bastante confusa cuando comienzas.
 
Luego de algunas tocadas más -unas más gratas que las otras- sentimos una consolidación del proyectoide musiqueroso, y por fin luego de arduas deliberaciones de todos decidimos dejarnos de llamar "X" para ser "Acústica", creo que era un buen nombre para la época aunque no estaba exento de la auto-carrilla que nos disparábamos profusamente, así que cuando nos preguntaban cómo nos llamábamos decíamos "Nacústica" o "Fracústica" para luego sentir una pinche bola en la tráquea.
 
Qué es lo que sigue a un repertorio másomenos y a unas tocadillas furras? Adivinaron, era hora de grabar "un demo, un disco carajo"; curiosamente la solución vino accidentalmente cuando celebramos mi cumple un sabadaba por la noche, luego del pre-copeo-caguamero de rigor, Pepino, Oscarín, Flipper, Cetovich y ve tú a saber quién más le caímos a un restaurant de señores llamado "El Lugar" (no confundir con "El Lugar" donde se presentaba Lila Deneken) donde nos habían dicho iba a tocar un grupo de Chihuahua llamado Aliento Divino -posteriormente La Clica- especializado en abarrote en español y nos pareció con madres para echar cotorreo y luego las tripas.
 
Ya medio eléctricos nos aventamos el palomazo con la banda, platicamos con ellos antes de que se fueran, y resultó que el bataquero Alfredo Llaguno no sólo era un zombie que tocaba la batería, sino que además de ser embajador de Marte en México era ingeniero sonidista en un estudio de grabación  llamado Meca III. De volada nos apuntamos para unas cotizaciones y juntando un leve billete decidimos brincar los 88 kilómetros que separan Delicias de Ciudad Chihuahua para ir a algunas tocadas más de los de Aliento DeVino y conocer el estudio enclavado en el puro centro de la ciudad y ubicado misteriosamente arriba de la Procuraduría de Justicia, ironías de la vida.
 
A huevo fue un gran esfuerzo de todos el poder ir un par de días a grabar tres pinches rolas, en aquel entonces el Meca III no estaba avanzado tecnológicamente y las sesiones se dieron de forma analógica y por separado, fue estresante: nuestros instrumentos no daban el ancho ni el flaco, estábamos mal comidos y mal queridos, sólo contábamos con tener bien ensayadas las rolas, la inexperiencia nos hizo morder el rebozo y para colmo no nos entendíamos bien con el Llaguno, ya que éste se comunicaba por medio de una serie de murmullos inintelegibles y tecnicismos de ciencia espacial que sólo provocaban un puto estrés que terminó por friccionarnos un poco. Aún así fue una gran experiencia y el demo salió tan decente que pudimos usarlo hasta para que la fresísima estación de radio de Delicias nos transmitiera "Mis manos" una tardecita de invierno. Gracias Flipper por tus conexiones en el mundillo de la radio.
 
Una grabación, aunque sea un demo, te provoca una especie de paternidad a la que quieres corresponder pese a las broncas y limitaciones, por lo que tratamos de colocar nuestra música y tocar en lugares más relevantes. Ir a la UACH a tocar a un festival sin pena ni gloria y repartir copias del cassette a diestra y siniestra era nuestra respuesta al reto de darnos a conocer, y que logramos con ello? además de un cotorreo de época en la casa de la sister del Chuyín que amablemente nos hospedó en Chiwas (shorazoo) y de llenar de cintas los bolsillos de familiares y amigos, obtuvimos una lección valiosa: tienes que pensar distinto si vas a dedicarte a la música.
 
Por eso me refiero a las sensaciones de hacer lo que te gusta, porqué te gusta? Por creerte rockstar barato y deslactosado? Por hacer lo que sólo hacen algunos locos como tú? Por tener la idea pendeja de que el rock es un deporte competitivo y que quieres correr para el mejor "equipo"? Confieso que pasé por esas fases pero hasta eso que rápido por ellas. Era joven y estúpido.
 
Pero luego de seguir caminando, y de atestiguar con rabia cómo se fracturaba nuestra banda por discrepancias creativas y egos mallugados por la falta de logros, entendí.
 
Ahí estaba, frente a mí, la sensación pura de la música. No se trataba de lograr un ascenso fácil en la escena y en los medios haciéndonos creer a nosotros mismos que éramos la quintaesencia del rock y que nuestras canciones eran futuros himnos del metal, se trataba nada más de sentir la energía del momento, de ver de reojo a tus amigos para darte cuenta que estaban en el mismo trance que tú, de ver a alguien mover la cabeza al ritmo y mover los labios al tiempo de la melodía, de probar un poco de la magia que emana de la grabación que ejecutaste con tus manos y cerebro y que viaja por el espectro radio-eléctrico de tu pequeña ciudad conformista.

Ciertamente fue una liberación.

 

viernes, 7 de marzo de 2014

La Senda III. Delicias grunge rock city

Eran los principios de los noventas, y a nadie le importaba.
 
En Delicias el rock en vivo era prácticamente algo desconocido, tan sólo el antecedente del grupo Acacia era lo nos hacía pensar que no éramos los únicos idiotas que pretendían hacer música en una pequeña ciudad agrícola perdida en medio del desierto.
 
No sé si haya sido por la edad que teníamos entonces, o por las circunstancias de cada quién, o por los tiempos que se vivían, o la suma de todo lo anterior, pero todos sufríamos esa sensación de que cosas nuevas estaban pasando: Había fuera del país una nueva ola de música, fresca y a la vez rancia, desenfadada y divorciada de los cánones dictatoriales del "deber ser del rock", música proletaria y honesta que estaba diciéndonos que para tocar sólo requerías corazón y un poco de habilidad musical.
 
Y entró a nuestra ciudad y a nuestras casas por los platos parabólicos y los dvd's importados, y vaya que nos pegó fuerte. Tuvimos ese raro privilegio de ser una generación con su propio movimiento musical y con sus bandas recientes y prolíficas, y eran tantas y variadas que nos hicieron pensar que se venía algo poderoso, como un enorme tsunami al que todos nos íbamos a montar surfeando. El grunge no nos quitó el sabor del trash o del punk, al contrario, nos nutrió creativamente dándonos algo de lo que podíamos apropiarnos sin sentirnos fuera de lugar.
Nuestra banda se había propuesto como única premisa el hacer canciones propias, si bien el abarrote ya existía (como hasta ahora) el "ser originales" iba a ser la médula de nuestra música y nota distintiva de la banda. Pepe había dispuesto como meta el tener un set de rolas decente y suficiente como para una tocada leve, la cual nos daba pinche nervio y emoción, como quien sabe que por primera vez va a coger pero teme no dar el ancho (o lo das o lo recibes, pero se arma).
 
Luego de alinear el set, los "fierros" y la actitud, Pepe propuso crear nuestra propia tocada a falta de espacios y oportunidades: como si fuese el baby shower de la prima Carlota íbamos a tener nuestro debut metalero en un salón de fiestas y posadas, donde invitaríamos a todos aquellos incautos a escuchar nuestras mamadas, ya nada más nos faltaba vender papitas con chile y que nuestras madrecitas estuvieran presentes para limpiarnos el sudor al hacer headbanging y gritarnos "te estás alocando mucho Bebo!"
 
Pese a todo, hay cosas que uno no olvida nunca, el nervio, la duda existencial y la diarrea sónica que te va a salir cuando oyes el "clac-clac-clac" de las baquetas del Ceto al arrancar la rola, y al ver al heroico ingeniero-sonidista-roadie-staff del Flippy hacer milagros y corajes al tratar de sacarle sonidos y electricidad al equipo basura que teníamos, los gritos y ojos desorbitados del Bebo por tratar de oírse mientras los demás nos creíamos los Herederos del Reino del Metal ungidos para dominar la Tierra.
 
El segundo toquín fue por mucho, mejor en cuanto a sonido y dominio de las canciones, pero también muy simbólico: Cumpliendo con el ritual karmático reivindicador que toda banda ha hecho desde el inicio de los tiempos, íbamos a tocar en la preparatoria frente a toda la perrada que no daba crédito hipócrita, a que algunos de sus más bizarros miembros fueran a rockear al final de clases un viernes por la noche.
Advertidos los escolapios por parte del Pepe, de que en esa tocada por parte de nosotros no saldría mas que ruido personal, esa noche sonamos rudos, aliceinchainescos, indiferentes y hasta vengativos. Creo que pese a todo creo que gustamos o al menos trataron de no ser tan gachos para no herir nuestros sentimientos, con todo y mirada la mamona del Director y las muestras de admiración y extrañeza por parte de la raza. Hasta entonces la banda no tenía nombre, más por falta de consenso que de propuestas, así que nos hicimos llamar simplemente el grupo "X" (también conocida como la "banda de la marca equivocada" o "la banda incorrecta").
 
Personalmente siempre he tenido atracción por los horizontes, me gusta verlos cuando el sol se fuga para el otro hemisferio, pero más me gusta imaginarlos cuando quiero sentir de nuevo las cosas que me hacen feliz, o que me provocan la sensación de que el futuro traerá consigo esos momentos donde nuevamente correrá por mis venas y mi cerebro, ese estado de gracia que me da tocar con mis mejores amigos. Aún recuerdo esa tarde con el horizonte del noroeste de Delicias, anaranjado y polvoroso, lo miré hasta darme cuenta de que cuando quisiera estaría conmigo, recordándome que los momentos se construyen para que nos acompañen siempre.