viernes, 28 de febrero de 2014

La senda II. Rock que te quiero tutsi-pop.

Aunque no hay duda de que la música es algo que la humanidad ha traído consigo desde el inicio de los tiempos, creo que hay algo antinatural en formar una banda de rock.
 
Otros se unen a agrupaciones de mariachis, filarmónicas o sonoras matanceras con el propósito de entrarle al respectivo género musical por una lana o por las glorias del arte. Pero alinear a unos desadaptados a que sonoricen sus traumas, sentimientos, pasiones o pasones puede resultar exponencialmente peligroso.
 
Toda vez que quedé reclutado para formar parte de la banda, empecé a divulgarlo entre mis socios con el objetivo de encontrar a un bataquero, que dicho sea de paso, es más difícil de encontrar que una cartera perdida en la Cámara de Diputados; me parece que Pepe ya había contactado al futuro guitarrista: Un estereotipo de buen chico deliciense, el así llamado Bebo G. a quien hasta entonces sólo había visto alguna vez vagabundeando por ahí.
Yo por mi parte, la verdad no sé porqué lo hice, tal vez para darle chance a un amigo que tenía sus propias ilusiones y definitivamente mucha fe en sí mismo, así que propuse que el Chistes fuera el baterista aún sabiendo que el pobre no sabía tocar más que sus propios genitales. Creo que a veces la amistad nos ciega sobre lo que las personas pueden hacer o no, aunque aquellas lo deseen mucho.
 
Gracias a Flipper pudimos encontrar un lugar en donde "adorar a Satán" sin provocar aneurismas o por lo menos, donde nos valiera madre subirle a los decibelios, la que fuera  la casa de su adorable abuela materna se estableció como nuestra primera guarida; intentamos llevar todas las cosas que pudieran servir para armar el ruido, entre otras el equipo de sonido que Flipper y Hugo estaban armando en su afán de conseguir morras haciéndole al dj noventero.
 
No te das cuenta de lo difícil que es materializar un sueño hasta que lo haces, antes dije que había algo de contra natura en formar grupo de rock porque empiezas al revés cuando estás partiendo de cero: puedes tener o no equipo (a nosotros nos faltaba casi todo), cada uno tiene sus influencias y su particular idea de cómo debería de sonar la banda (no paro de reír ante esta inocencia), y como eres un novato en cantar,  tocar instrumentos y electrónica de sonido, no tienes una puta idea de cómo empezar.
Pero se hace camino al andar, así que más temprano que tarde notamos que a huevo el Bebo sí sabía tocar la lira (puras de la iglesia o de Carcass, sin término medio), que Pepe como buen talento natural ya tenía canciones escritas y que la cantada le funcionaba bien fuera de la regadera, y que yo ya le sacaba notas decentes al bajo; ah pero el Chistes... en cuanto pudimos oír lo que podíamos hacer, nos tomó cinco minutos para darnos cuenta de que él no era baterista, y que además nos tomó como tres horas encontrar el momento justo y la forma más suavecita de decirle que "gracias por participar". Me he preguntado que tanto contribuimos en aquella ocasión para con sus múltiples traumas y frustraciones, en fin.
 
Afortunadamente para la banda y para nuestras miserables existencias, el Bebo tenía como vecino y amigo de la niñez a un sujeto que -según decía- tocaba bien la bataca y que estaba que ni mandado a hacer, no se equivocó, el  Ceto no sólo tocaba bien sino que era y es un gran músico y dio esa consolidación sonora que nos hacía falta. No había batería, pero de alguna amenaza puberta se valió el Pepe que logró que sus unidades paternales le financiaran una flamante Power Beat roja caramelo macizo. El Bebo con su lira tutsipopeada y su amplificador tamaño "cajón de bolear", así como los demás fierros propios y ajenos nos armaron por fin, con lo mínimo para comenzar el viaje.
 
Cómo creas algo inédito y poderoso de cuatro personas que apenas se conocen?
 
Lo primero es vencer la vergüenza que nace en ti, al saberte limitado e inexperto en el arte y la técnica musical, aunque confías en que tendrás que mejorar para no caer en la peor de las críticas, que es la de uno mismo. Lo segundo es controlar la risa y el desmadre que emerge de todas esas almas jóvenes, que aunque no se hubiesen tratado antes, se conocen de toda la vida porque en ese preciso tiempo y en ese lugar especial los une el mismo sueño y el mismo amor por el rock. Todos los involucrados de una u otra forma, quedamos infectados.
 
Comprendido y superado lo anterior, nos iniciamos en el profundo y devastador arte de componer y armar canciones que desnudaron corazones, que liberaron demonios, que nos hicieron volar a todos juntos en una formación protectora y fraterna, antes de que la vida nos reclamara lo que le pertenece.
 
 
 
 
 
 

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